A veces me imagino los despachos de los políticos como un nivel de cuñadismo estratosférico, donde se producen conversaciones de este tipo: -Oye, Pepe, ¿a que no hay huevos de sacar una subvención en la que pagemos menos dinero que el que se tienen que gastar para pedirla?-¿Que no? ¡Sujétame el cubata!
En los pueblos hay personas que, ante una tragedia como la que acabamos de vivir, y sin interés alguno por las cámaras, son los primeros en preocuparse –y ocuparse– de hacer lo que mejor saben hacer, pero de verdad de la buena.Porque, ¿saben qué fue lo que más me emocionó de la recogida de artículos en los ayuntamientos?
La llamada España vaciada no es sólo una gran desconocida por el hecho de estar deshabitada, sino también porque nadie se hace eco de la riqueza cultural, el espíritu emprendedor, la ilusión y las GANAS que sus gentes ponen en todo lo que hacen.Si lo comparamos con las ciudades, proporcionalmente por el número de habitantes veremos que el asociacionismo y el movimiento cultural es muy superior en los pueblos.