La isla de La Vizana

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Esta tarde, volviendo de Maire, pasé por delante de La Vizana y, como siempre desde aquel 29 de enero, no pude evitar fijarme en si sigue ahí el tronco que entonces quedó encajado en medio de los ojos centrales, cortando el paso del agua, sin que nadie, absolutamente nadie, en todo este tiempo, haya atendido a la demanda de auxilio del Ayuntamiento –que no puede retirarlo, porque le multan, que encima es eso–.

Desde la carretera, me parecía que el tronco ya no estaba. ¡No me lo podía creer! Así que, di la vuelta, me metí un poco al camino para aparcar, y fui a mirar... Spoiler: el tronco sigue ahí. O lo que queda de él.

Porque ahora, además del tronco, se ha formado una –perdónenme la expresión– isla de mierda. El sedimento retenido por esta barrera improvisada ha creado un pequeño islote de porquería donde se acumulan botellas de plástico –y alguna de cristal–, neumáticos, pelotas cubiertas de lodo y todo tipo de residuos y basura.

Este es el resultado de la dejadez institucional. De la Junta de Castilla y León, de la Confederación Hidrográfica del Duero y de ese eterno pasarse la pelota que convierte cada problema en un laberinto burocrático sin salida. Y todo esto, en un bien declarado BIC (Bien de Interés Cultural). Una etiqueta bonita sobre el papel que, en la práctica, parece servir sólo para desentenderse.

En unas semanas, cuando llegue el calor de verdad, las familias volverán a La Vizana para darse un baño en el Órbigo. Y ahí seguirá nuestra isla, recibiéndolos como símbolo de abandono. ¿Qué pasará cuando un niño tropiece con un cristal entre la corriente? ¿Quién asumirá la responsabilidad? 

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Detalle de la "maravillosa" isla que ha provocado el tronco, tras medio año atascado en el puente de La Vizana

No sé si este artículo llegará a la Delegación de la Junta en León, a la Confederación, ¿a Valladolid? ¡No aspiro a tanto! Porque a veces parece más fácil llegar a la Casa Blanca que a un despacho de una Consejería. Tan sólo pretendo dejar constancia de una realidad incómoda: el patrimonio que es de todos, se abandona como si no fuera de nadie.

Lamentablemente, en nuestro Ayuntamiento saben bastante del tema, de las respuestas difusas –¡cuando las hay, que a veces ni eso!– y del echar balones fuera día sí y día también.
Recuerden –a mí no se me olvida– que en diciembre del año pasado, la Junta admitió que el puente estaba en mal estado, y se comprometió a arreglarlo... Sin fecha, claro. Lo de dar fechas se lleva más en campaña electoral, que luego hay cuatro años por delante para olvidarse.

Ahora viene el verano y no hay riadas. Pero vendrá otro invierno. Y como en Talavera de la Reina, donde el Tajo se llevó por delante el puente romano el pasado mes de marzo, aquí también puede “no pasar nada”… hasta que pase.

Y así, mientras Confederación decide si tiene que actuar la Junta, y la Junta si tiene que hacerlo Confederación, veremos cómo crece nuestra isla, conquistando nuevos espacios por el agua, convertidos, por causa de la desidia política, en un Cristóbal Colón de alcantarilla.

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