NAVIDAD EN LOS PUEBLOS

Pequeñas manos para moldear una Navidad diferente

El CRA San Pelayo, de Morales de Rey, celebra su mercadillo solidario navideño
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El mercadillo reunió en el colegio no sólo a las familias de los alumnos, sino a muchos vecinos del pueblo que se acercaron

En Morales de Rey, la Navidad se moldea con las manos. Pero no unas manos cualquiera, sino las pequeñas de los niños del colegio, las mismas con que aprenden a realizar los jabones y velas que ayer llenaron las mesas del mercadillo solidario navideño organizado en el centro.

No en vano, en el CRA San Pelayo presumen de ser mucho más que un colegio. Son, como dicen quienes lo viven a diario, casi una familia. Y no hay época del año en la que esa idea cobre más sentido que en Navidad. 

El mercadillo celebrado en el vestíbulo del centro es el resultado de un trabajo de fondo, fruto de la colaboración entre profesores, padres y madres, y –por supuesto– los peques. A lo largo del curso, los alumnos participan en distintos talleres y actividades prácticas en las que elaboran productos que después se ponen a la venta. El dinero recaudado se destina a la compra de materiales para el propio centro, lo que permite seguir impulsando nuevas actividades educativas y creativas. Un círculo sencillo y eficaz que da al colegio una mayor autonomía y amplía las oportunidades de aprendizaje de los niños.

 

Una metodología innovadora y eficaz

Para hacerlo posible, el CRA San Pelayo apuesta por metodologías innovadoras que implican directamente al alumnado. Se trata de un “aprendizaje basado en servicios”, como explica Roberto del Río, uno de los profesores del centro, una forma de enseñar que conecta lo que ocurre en el aula con la vida real .

El resultado de ese trabajo se refleja en cada uno de los puestos del mercadillo. Jabones artesanos moldeados con cariño, velas de todos los colores y formas, coronas de Navidad hechas con piñas y otras manualidades llenan las mesas. Detrás de cada objeto hay horas de dedicación y, sobre todo, mucha ilusión. 

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Martín presume de la espectacular corona y jabones que ha hecho en los talleres

Martín, de 9 años, lo cuenta con orgullo mientras enseña uno de los adornos que colocará en la puerta de su casa. “También hice jabones, que nos enseñaron en clase, y velas deshaciendo cera”, explica, satisfecho con el resultado. Con tanto trabajo, no es de extrañar que esté convencido de que Papá Noel se porte bien este año... Incluso se pregunta si comprará algún juguete en su mercadillo: “Puede ser que venga de noche”, dice, explicando que no se le puede ver si queremos que nos traiga regalos.

Los juguetes que completan el mercado, por cierto, son donados por las madres y padres de la AMPA, cuya implicación resulta clave para que la iniciativa salga adelante. Su colaboración no sólo facilita la organización, sino que refuerza ese clima de apoyo mutuo que define al centro.

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Miguel Alexis aprovecha este periódico para que Papá Noel sepa que quiere un carro de juguete, pero deportivo

Los más pequeños también encuentran su forma de participar. Algunos lo hacen dibujando, otros ayudando a vender y otros, simplemente, viviendo la experiencia a su manera. Miguel Alexis, por ejemplo, cuenta que va a colaborar “comprando un regalo para mi mamá”. Al principio se muestra tímido y se refugia en brazos de su padre, pero enseguida se anima a dejar claro que ya no es tan pequeño. “Estoy en segundo de Primaria… ¡es que ya tengo 7 años!”, reivindica. Y, como manda la tradición, también tiene clara su petición a Papá Noel: “Un carro [coche] de juguete”, eso sí, “uno deportivo”. Que quede claro, señor Santa Claus.

Por si el mercadillo fuera poco, la celebración se completó con una gran chocolatada con churros, porras o bizcochos, según el gusto, que puso el broche dulce a una jornada que marcó el inicio de estas entrañables fiestas.

De lo que no hay duda es de que el éxito de lo vivido ayer en el colegio no se mide tanto por lo recaudado como por el ambiente. No sólo participan las familias del colegio, sino vecinos de Morales de Rey de todas las edades, ofreciendo una estampa diversa muy representativa de un pueblo acogedor, donde conviven personas de distintos orígenes en un clima de integración y cercanía. Una convivencia que, como ocurre en el San Pelayo, empieza a aprenderse desde pequeños.

 

 

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