Daniel Ortiz es un enamorado de su pueblo, Coomonte. Y justo por eso, es su teniente de alcalde. No al revés. Porque este joven abogado comenzó mucho antes de entrar en el Ayuntamiento a ensalzar las múltiples virtudes de su municipio a través de las redes sociales, mostrándole al mundo rincones que nadie sabe retratar como su cámara, encontrando en un pequeño pueblo zamorano la belleza de lo cotidiano.
Sin embargo, dentro de todos los paisajes, calles y edificios que retrata, le duele en el alma ver, día tras día, como el ya de por sí escaso patrimonio de Coomonte se cae... O lo dejan caer. Se trata, más en concreto, del patrimonio religioso del pueblo: por un lado, la amenaza de ruina se cierne sobre la Ermita de San Marcos, con una cubierta que en cualquier momento se viene abajo, y, por otro, en la Iglesia de San Juan Bautista sucede lo propio con la torre cimborrio.
Desde que entró en el Ayuntamiento, Daniel ha convertido en algo casi personal su lucha por restaurar y asegurar el futuro –o al menos el presente– de ambos edificios religiosos. Junto al alcalde Maximiliano Velicias, ha llamado a todas las puertas posibles... Pero, como reza la famosa cita inspirada en El Quijote, con la iglesia se toparon.
El Ayuntamiento de Coomonte ya ha perdido la cuenta de cuántas veces se comunicó con el Obispado de Astorga –propietario de ambos templos– para alertarle sobre el deficiente estado y el riesgo de derrumbe. No es que le hayan contestado en sentido negativo: es que ni siquiera han respondido.
Desesperado por no encontrar solución por los que deberían ser los cauces normales y lógicos, Daniel Ortiz no se rinde y ahora ha recurrido a medios más modernos, como lanzar una petición a través de la plataforma Change.org, algo que hace a título personal, como un vecino más.
En el argumentario, advierte de que “si seguimos con la indiferencia, en pocos años perderemos ambos templos”, al tiempo que recuerda la situación de cada una de las construcciones, acompañadas de fotos.
Su idea final es recabar el mayor número posible de firmas para, a continuación, iniciar una campaña de crowfounding o micomecenazgo y, con esos fondos, intentar de nuevo –y con más peso– presentar a las autoridades un proyecto “atractivo y fundamentado” de restauración de ambos templos.
Por este motivo, insertamos aquí directamente la petición para todos los que quieran sumarse a esta iniciativa.
Haz clic para apoyar esta petición en Change.org.
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La Ermita de San Marcos, que el propio Daniel Ortiz consiguió incluir hace año y medio en la lista roja de patrimonio que elabora Hispania Nostra, la cubierta que protege el interior y las vigas “presenta serios deterioros apreciables a simple vista, como tejas movidas, rotas o incluso volteadas”. Igualmente, hay “zonas descubiertas que hacen peligrar el conjunto de la edificación” y todo lo que contiene en su interior, tal y como recoge uno de los informes elaborados en su día para justificar la necesidad de restauración.
Uno de los muros de este pequeño templo fue apuntalado hace unos años con dos vigas de hierro, pero eso no protege ni evita la caída de la cubierta.
Es además una ermita muy especial para los vecinos de Coomonte, en la que se venera una imagen de San Marcos que, según cuenta la leyenda, fue rescatada por los habitantes del pueblo de las frías aguas del río Órbigo, a donde la arrojaron los soldados de Napoleón tras robarla. Verdad o no, el santo es muy querido en el pueblo, trasladado cada Semana Santa hasta la Iglesia, y devuelta a la ermita cada 25 de abril por su festividad, con la participación de muchos coomontinos. Y todo esto podría desaparecer si no se toman medidas para reparar los daños.
En el caso de la Iglesia de San Juan Bautista, la Diputación de Zamora y el Obispado financiaron en 2016 las obras de renovación de la cubierta, con un coste algo superior a 70.000 euros.
Pero el problema, tal y como recuerda Daniel Ortiz en la petición, es que los trabajos se centraron exclusivamente en las naves, pero no en la estructura de la Torre Cimborrio, bajo la que se encuentra nada menos que el altar mayor y la famosa cúpula del templo.
“Necesitamos conservar ambos tempos, pues son imagen viva y característica de este pequeño municipio del norte de Zamora, que dan vida al escudo y a la bandera y son claves para el mantenimiento de las tradiciones y el atractivo cutural local”, concluye Ortiz.
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