ENTREVISTA A DON BERNARDINO CASTRO GORGOJO, PÁRROCO DE ALIJA DEL INFANTADO

“El sacerdote en los pueblos no es una fruta que a todos apetezca; siempre será querido y criticado a la vez”

El también párroco de Pozuelo, Saludes y Audanzas celebra sus Bodas de Oro sacerdotales
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Don Bernardino, junto a la pila bautismal y a la imagen de San Isidro, que salió este jueves en procesión, en la parroquia de San Verísimo 

El 29 de junio de 1975, Don Bernardino Castro Gorgojo fue ordenado sacerdote en la Plaza de San Pedro del Vaticano, nada menos que de manos del Papa Pablo VI. Este año celebra sus Bodas de Oro sacerdotales, tras cinco décadas en que la sociedad, la Iglesia, y él mismo, han cambiado. Y mucho. Desde sus primeros destinos en Toledo hasta su intensa labor misionera en Perú, su implicación en el Apostolado de la carretera, la apertura de más de cuarenta residencias de mayores con Mensajeros de la Paz, y su actual servicio en los pueblos de Alija del Infantado, Pozuelo del Páramo, Saludes y Audanzas del Valle, nuestro párroco, a sus74 años, sigue firme en su vocación, su fe… y su sentido del humor.

-Cumple 50 años como sacerdote… ¿Ha cambiado mucho la Iglesia desde entonces hasta hoy?

-Lógicamente, en 50 años hay evolución y cambios. Yo recién ordenado sacerdote, me incorporo a unas parroquias en Toledo, y entonces para la gente el cura era algo importante, era uno de los mandamases del pueblo: el alcalde, el cura, el médico y la Guardia Civil. A mí eso me extrañaba porque yo, recién salido del horno, un chaval de 24 años, lo que iba era a rezar con ellos y enseñarles a querer a Jesús y a María, no tenía otra misión. Pero entonces me empezaban a llegar peticiones, que si podía llevar a fulanito que vivía solo al hospital, que si acompañar a la otra vecina mayor para arreglar los papeles de la pensión… Todo eso con el tiempo fue mermando porque ya la gente fue encontrando cauces para solucionar sus problemas. Y después en lo religioso la gente era sencilla, atenta, te comunicaba sus tradiciones y costumbres, y tú las respetabas, nada más.

"Somos ciudadanos igual que los demás y nos podemos meter en lo que creamos oportuno como tales, no como sacerdotes"

- ¿Estos cambios son acordes a los que se han dado a nivel social?

-Claro… Según iban avanzando, en la política y los servicios sociales fueron cambiando también. Y, sobre todo, con respecto a los primeros años a ahora, ha cambiado la perspectiva sobre el sacerdote en la sociedad: ahora es uno más que está para lo que está. Que diga Misa y no se meta en más. Pero bueno, somos ciudadanos igual que los demás, y nos podemos meter en lo que creamos oportuno, como ciudadanos, no como sacerdotes…

-Los pueblos se quedan vacíos… Casi no hay curas, y cada vez menos seminaristas. ¿Cómo ve el futuro?

-El tema está difícil. Estamos rezando por ello porque, claro, el tamaño de los pueblos, a la hora de celebrar la Santa Misa, da igual que sean 500 ó 5, pero al quedarse sin gente, lo que observas es que no hay niños, que hay menos jóvenes, y si hay menos jóvenes, hay menos vocaciones. Es una cosa lógica. 

"Hoy la sociedad pasa de la religión, la ve como un adorno. A veces entre los curas decimos que tenemos cristianos de la BBC: Bodas, Bautizos y Comuniones"

-Pero la sociedad hoy también es menos creyente, o menos “practicante” …

-Sí, es más pasota. Se pasa un poco de la religión, la religión es como un adorno. A veces entre los curas decimos que tenemos cristianos “de la BBC”… Bodas, bautizos y comuniones. Y a partir de ahí, pues nada…

-¿Y por qué cree que pasa esto? ¿Hay alguna parte de responsabilidad de la Iglesia, que no haya sabido hacer llegar su mensaje?

-Es difícil porque imagínate, por ejemplo, qué puedo hacer yo aquí para encontrar algún joven que quiera ir al seminario… Yo no les veo. Y no creo que ir a buscarle a la discoteca sea el lugar adecuado, ¿verdad?

-Si repasamos su vida, vemos que fue ordenado sacerdote nada menos que por el entonces Papa, Pablo VI… ¿Cómo fue así?

-Yo me iba a ordenar de diácono junto con mi compañero Manolo en Toledo el 19 de marzo, día de San José. Y resulta que, unos días antes, cogió las fiebres de Malta. El Obispo me propuso ordenarme solo, pero le dije que esperaba a que mi amigo se recuperase. Fue pasando el tiempo y en mayo me encuentro con unos seminaristas de Braga en Madrid, y me comentan que se van a ordenar en Roma con el Papa, que había convocado a diáconos de todo el mundo. Le pregunté en clase al Obispo auxiliar de Toledo, don Rafael Palmero, y dijo que qué cosas tenía… Hasta que a la hora de comer se acercan a decirme que me llamaba el cardenal Don Marcelo, que quería hablar conmigo. Y era para decirme que sí había Órdenes en Roma, pero que en la Conferencia Episcopal guardaron la invitación, y él llamó a Roma, se lo confirmaron, y les pidieron que fuéramos. Y así fue. Acabamos yendo los dos.

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Imagen de la ordenación sacerdotal de Don Bernardino, de manos del Papa Pablo VI, publicada en la prensa italiana

-Y encima fue portada en el periódico…

-Bueno, pero eso tiene una explicación, porque el director del periódico era Cipriano Calderón, un operario diocesano pero español, y yo vivía en la misma residencia que él. Así que, a la hora de sacar las fotos, en la tirada en español nos puso a nosotros…

-Y de un Papa, nos vamos al actual, porque usted fue misionero en Perú, y tengo entendido que coincidió allí con León XIV…

-Sí, coincidimos en la misma época, pero no llegué a conocerle en persona. Él estuvo unos diez años en Perú, y yo sólo estuve 2, pero fueron los dos primeros de él, y coincidimos él en el norte, en Chiclayo, y yo en el sur, en Abancay.

"Ser misionero te desarma, porque ves la sencillez de aquella gente, esa fe tan simple y a la vez tan impresionante"

-¿Le marcó mucho esa etapa en las misiones?

-¡Uf! ¡Te quita todos los palos del sombrajo! Te desarma, porque ves la sencillez de aquella gente… Como anécdota, un día veo a una señora en la iglesia delante de la imagen de San José, poniéndole unas velas y rezando, pero rezan hablando y se les oye… Y le decía a San José que se le había perdido una cabra, que por favor se la encontrara: “Oye, mira, si no me encuentras la cabra, ¡te apago las velas!... Pero como confío en ti, te las vuelvo a encender”. Así. Así era de simple su fe… así de simple e impresionante, porque si encendía las velas, es que se fiaba de San José.

-Luego, a lo largo de su vida, ha tenido muchos destinos diferentes, como párroco en Toledo y luego aquí, y entre medias, además de las misiones, mano a mano con el padre Ángel fue usted el encargado de abrir las residencias… ¡Vaya curriculum! ¿Con cuál de estas etapas se queda? 

-Con la del Apostolado de la carretera. Yo era delegado en mi diócesis, y al ser Toledo cercana a Madrid, iba todos los meses a la Conferencia Episcopal, a dialogar y preparar todo el apostolado de la carretera: motivación para rezar, condúcete con prudencia, respeta a los demás, no sólo conduces un coche sino tu vida, hazlo por caminos rectos, sin atropellar a nadie… Cosas así. Y, una vez al año, por San Cristóbal, que es patrón de los automovilistas, la Misa que televisa La 2 los domingos se hacía a pie de carretera, y tuve la suerte de organizarla 4 o 5 años. La última fue en la explanada de la Virgen del Camino, y venía el Obispo a decir la Misa. El caso es que yo me tenía que encargar de buscar el lugar, el altar, el coro… Y resulta que en la Virgen del Camino busco un coro y me ponen como condición que a cambio tenía que decirle misa en sus tres pueblos. Así que… a dar las tres misas mientras él cantaba, y llegó el Obispo preguntando por mí y le dijeron “Bernardino no puede porque me está diciendo las misas…” y que me esperaran a comer. ¡Y el obispo, claro, se marchó sin comer!

"Mi etapa preferida es la del Apostolado de la carretera. Tuve la suerte de organizar la Misa de San Cristobal para Televisión Española cuatro o cinco años"

-Esto que cuenta me recuerda a lo de la bendición a los moteros que hay en Fátima…

-De los moteros tengo un bonito recuerdo. Cuando tuve el infarto, y estaba ingresado en el Hospital Clínico de Valladolid, llegaron unos veinte tipos con cazadoras negras, casco en el brazo, y eran los moteros que venían a los “pingüinos” y, como me conocían de alguna concentración, quisieron visitarme, sí, sí… 

-Y al final, por temas de salud, acaba volviendo aquí…

-Bueno, yo vine a trabajar con el Padre Ángel de Mensajeros de la Paz, y una de las acciones que había que hacer era transformar el Seminario de La Bañeza en residencia de ancianos. Yo venía todos los miércoles a firmar las obras, para que el constructor pudiera cobrar, y matizábamos cosas, corregíamos… Luego empezó a haber muchos cambios de lugar y llegó un punto que me cansé…

-¿Pero cuántas residencias abrió usted en esos años?

-Mas de cuarenta, por toda España… Incluida la de aquí de Alija, que no fue nada fácil.

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El párroco de Alija presume del sistema que se inventó para tener perfectamente colgadas todas las casullas 

-Y la etapa final, en Alija del Infantado… ¿Cómo se siente? Aquí hay gente que le quiere pero también hay quienes le critican mucho…

-El sacerdote no es una fruta que a todos apetezca. Es un personaje especial que, aunque intenta integrarse en el pueblo, para el pueblo “no es de los nuestros, es forastero”. No importa. Sabemos que es así. Un cura en un pueblo siempre es criticado. Y un cura en un pueblo siempre es querido. 

-Los pueblos de los que usted es párroco ahora –Alija, Pozuelo, Saludes y Audanzas–, ¿diría que viven la fe actualmente?

-Se ha enfriado mucho. Yo ya lo encontré frío… Y, hombre, he recuperado la costumbre del mes de mayo dedicado a la Virgen, y alguna más… Pero está frío el ambiente…

"La fe en los pueblos se ha enfriado mucho. Yo ya lo encontré frío y he recuperado alguna costumbre, pero sigue frío el ambiente"

-¿Qué le diría a quienes le acusan de estar siempre pidiendo dinero?

-A ver, eso siempre se ha dicho, pero, ¿quién mantiene el templo?, ¿con qué dinero?...

-¿Y eso no lo hace el Obispado?

-Pero el Obispado, ¿de dónde saca el dinero? El Obispado lo saca de algunas colectas y de lo que le da la Conferencia Episcopal, que procede de los que ponen la “X” en la declaración…  Ese dinero se da al Obispado para confeccionar las nóminas de los sacerdotes. Yo estoy jubilado, y el Obispado sólo me da una cantidad por el transporte a los otros pueblos en mi coche y por asistencia, total 150 euros al mes, que se agrega a mi pensión de 900 euros. La gente tiene que pensar que cualquier servicio supone unos gastos. 

-Por último, ¿le gustaría finalizar con algún mensaje para los feligreses de sus actuales parroquias?

-Que yo quiero a todos los pueblos por igual, pero hay que reconocer que Alija es donde más gente hay, y donde vivo. 

 

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