Según la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), mientras buena parte del país se veía afectada por el apagón del lunes, el medio rural demostró su fortaleza y capacidad de adaptación. Así, COAG afirma que la mayoría de los agricultores continuaron con sus labores sin apenas incidencias, gracias a su menor dependencia de los sistemas digitales y eléctricos. Esta situación, que comparan a lo vivido durante la pandemia, pone en valor la autonomía del campo y su papel estratégico frente a crisis futuras.
Más allá de los inconvenientes domésticos del apagón, la falta de electricidad supuso un riesgo para la seguridad, al dejar inactivos sistemas como las alarmas o los teléfonos móviles. La Guardia Civil patrulló sin pausa durante 16 horas por los pueblos de la zona, evitando cualquier incidente. A pesar de algunos vehículos sospechosos avistados en Altobar y La Nora, no hubo que lamentar ningún percance gracias a su presencia constante. Las comunicaciones fueron otro frente crítico, dejando a muchos vecinos incomunicados e inquietos, sin cobertura ni luz.
La jornada del apagón dejó momentos para el recuerdo en muchos pueblos, poniendo a prueba la capacidad de adaptación de vecinos, comercios y servicios. Desde misas y novenas celebradas a la luz de las velas hasta bares sirviendo café de puchero y farmacias cerradas por falta de sistema, el lunes se vivió como una vuelta a otra época. Las tiendas agotaron pilas y botellas de agua, y los colegios recuperaron pizarras y libros físicos. Algunos se lo tomaron con humor; otros, como los astrónomos, casi lo agradecieron. Y en medio de todo, una certeza: seguimos dependiendo mucho más de la electricidad de lo que nos gustaría.
Dieciocho horas después del apagón que dejó sin electricidad a toda la zona, la luz volvía poco a poco a los hogares. Santa María de la Vega fue el primero en recuperarla, a las 19.40 del lunes, mientras que la mayoría de pueblos conectados a la línea de La Bañeza no vieron restablecido el suministro hasta las 6.03 de la mañana. A la falta de luz se sumaron problemas de abastecimiento de agua y telecomunicaciones. Las gasolineras se colapsaron, los móviles se apagaban y los vecinos desempolvaron radios a pilas en una jornada que recordó tiempos pasados.