ESPECIAL APAGÓN

Velas en misa y café de puchero: las anécdotas que dejó el gran apagón

Entre linternas, radios de pilas y cuentas "a ojo", los pueblos se adaptaron al corte eléctrico con ingenio y un punto de humor
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El apagón sorprendió en misa a los feligreses de Genestacio de la Vega, quedando la iglesia solo con la luz de las velas / Foto cedida por José Luis de las Heras

La jornada de ayer nos dejó cantidad de anécdotas para el recuerdo, que ponen también en evidencia la dependencia que tenemos de la electricidad y las nuevas tecnologías. 

Una vez asimilado que se trataba de un problema global, quien más y quien menos trató de adaptarse a las circunstancias, apelando en muchas ocasiones a los mayores, que recordaban aún los tiempos en que a alguno de estos lugares no había llegado aún la electricidad.

Las pocas tiendas de los pueblos mantuvieron abiertas las puertas en la mayoría de los casos, y nos confiesan que hubo dos productos estrella que se vendieron mucho más de lo habitual: botellas de agua y pilas. Las primeras, en parte porque el agua del grifo se acabó en algunos municipios, y en parte por miedo, estuvieron muy demandadas. Y las pilas, para los transistores de toda la vida, y para las linternas que muchos desempolvaron, ya que la batería del móvil –que es lo que solemos usar ya ahora para iluminar– no es eterna.

En los bares, se lo tomaron con filosofía. ¡Qué remedio! Las cervezas y refrescos aguantaron el frío bastante bien, igual que el hielo. Pero otra cosa fue lo del café, ya que las cafeteras se quedaron sin electricidad. Algunos bares optaron por hacer café de puchero con la bombona butano. Para "sobrevivir", bien valía... 

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María señala la caja y la cafetera sin electricidad

La cuenta, a ojo, como antes, o como mucho, con una calculadora, como no, de pilas: las cajas tampoco funcionaban. Y, donde podía usarse el datáfono, también empezaron los problemas de la falta de cobertura a primeras horas de la tarde.

Las farmacias también sufrieron las consecuencias del apagón. En la de Alija del Infantado, afortunadamente sólo hubo que retirar dos medicamentos de los que requieren nevera, y no eran de los más caros, sino dos inhaladores. En Arrabalde, Estefanía nos explica que no les pasó nada ya que de frío nada más tenían insulina, que aguanta hasta varias semanas fuera de la nevera y, además, no llegó a subir la temperatura de ésta a niveles preocupantes.

Además, todas las farmacias de la zona recibieron el aviso de que cerrasen sobre la una del mediodía, ya que no se podía trabajar al no funcionar tampoco las tarjetas sanitarias para poder retirar los medicamentos.

En cuanto a los colegios, se adaptaron sin problema a las circunstancias, aunque volvieron a los viejos tiempos, del libro y la pizarra de toda la vida. Así, la directora  del CRA Eria-Jamuz nos cuenta que, como ni las pizarras digitales ni los portátiles se podía usar, "lo hicimos con libros físicos", algo que no supuso ningún inconveniente para los niños... Aunque sí para la directora a nivel administración, ya que sin ordenador, era imposible trabajar.

El apagón coincidió también con diversas celebraciones religiosas en los pueblos. En Quintana del Marco se encontraban en plena misa cuando se fue la electricidad. Y ya por la tarde, en Genestacio de la Vega, durante la Novena del Cristo, el cura no podía leer –no entra suficiente luz por las ventanas– así que uno de los feligreses tuvo que prestarle la linterna del móvil para que continuara la celebración. Igualmente, para cantar se usaron linternas, y para bajar del coro y no "estrellarse", lo mismo.

En Alija del Infantado, que estos días también se celebra la Novena del Bendito Cristo, el párroco tuvo tiempo de improvisar una solución, y aprovechó las velas sobrantes de la Vigilia Pascual para iluminar el altar y el atril de las lecturas, mientras que los feligreses, cuando precisaban, se valían de la luz de los móviles que aún tenían batería para no tropezar al entrar y salir.

Como anécdotas graciosas, hay que contar también la de un vecino de Alija del Infantado que tenía cita en el taller para cambiar las ruedas del coche, y justo en el momento que el elevador lo terminó de subir, se fue la luz, quedándose con el vehículo a dos metros del suelo, sin opción de bajarlo. No le quedó más remedio que llamar a su hija para que fuese a buscarle.

Luego, sin duda, los más envidiados de los pueblos fueron las personas que contaban con generadores, aunque hubo alguno que se pasó de decibelios, además literalmente, con un equipo de los antiguos, y los vecinos, a eso de las once de la noche, tuvieron que llamarle la atención.

Pero si hubo alguien que se alegró no del apagón pero sí de ciertas consecuencias, fueron los amantes de la astronomía, pues cielos nocturnos como los de anoche, sin contaminación lumínica, son cada vez más difíciles de ver... Y mucho menos, desde dentro de casa. 

¿Y tú? ¿Tienes alguna anécdota? ¡Puedes enviarla por correo a redacción@noticiasdelpueblo.es y te la publicamos!

 

 

 

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