Jiménez de Jamuz ha bajado el telón de su Tierra de Comediantes un año más, tras un mes completo de teatro, un mes repleto de risas, lágrimas, reflexiones, aplausos y cultura. Y a buen seguro que volverá a levantarlo, el próximo noviembre, para celebrar un cuarto de siglo del certamen de teatro más antiguo de la provincia, y uno de los más importantes del panorama nacional amateur.
Las 200 butacas que, sábado tras sábado y domingo tras domingo se han llenado, dejando incluso vecinos fuera al colgar el cartel de “No hay localidades”, hoy están vacías. Y ese vacío nos invita, sin duda, a una reflexión.
Ese vacío nos recuerda tristemente al vacío institucional vivido durante todo el certamen. Ni un solo dirigente político de la Diputación de León, del Instituto Leonés de ¿Cultura?, o de la Junta de Castilla y León, se ha dignado a pisar el Teatro Municipal de Jiménez de Jamuz. Y eso que en marzo hay elecciones. Prepárense, vecinos de los pueblos, a escucharles hablar en tono bucólico y hasta con un halo de romanticismo de la “España vaciada”. Porque no duden que lo van a hacer.
Sobre las tablas de Tierra de Comediantes hemos visto comedia, drama, suspense… Pero resulta que la auténtica tragicomedia se vivió en el patio de butacas. Yo –que tuve el honor de formar parte del jurado en esta edición– no vi ninguna España vaciada en el teatro de Jiménez. Vi la España rural agradecida porque alguien se acuerda de que la cultura también –o sobre todo– se vive en los pueblos. Vi la España rural llenando un modesto teatro, riendo con los actores, llorando con sus dramas vitales, queriendo saludar a los protagonistas a la puerta tras cada función…
"¿No será que la España vaciada no existe, sino más bien la España silenciada, olvidada, y DESPRECIADA por los políticos? Ya está bien de tomarnos por tontos, que los tiempos de Paco Martínez Soria ya han pasado."
¿No será, por casualidad, que la España vaciada no existe, sino más bien la España silenciada, la España olvidada, y la España DESPRECIADA por los políticos? Ya está bien de tomarnos por tontos, que los tiempos de Paco Martínez Soria ya han pasado. Que hoy los pueblos tienen internet, redes sociales, teléfonos móviles, y no tienen que esperar a leer lo que sucede en un tablón o escucharlo en boca de un pregonero una vez a la semana. Que hoy la gente de Jiménez SABE que la prensa provincial ha ignorado la existencia de un certamen nacional en un pueblo de poco más de mil habitantes. Que hoy los vecinos saben que la Diputación ha ido bajando su aportación económica hasta dejarla en apenas 2.600 euros, y no dignarse siquiera a pisar el teatro (¿lo habrían hecho si alguna obra fuese en llionés, que parece que es lo único que importa últimamente al ILC?)…
Y lo saben porque, pese a todos los ausentes que dan título a este artículo, el teatro, en Jiménez, está más vivo que nunca. Porque así lo quieren los presentes, como una aldea gala que resiste las embestidas del Imperio Romano.
Mención aparte merecen los otros ausentes, los de al lado, los que fueron elegidos en las urnas por sus propios vecinos, esos que acudieron a todas las funciones… Hablo de concejales que ni aparecieron por allí. Falta de tiempo no será, que editar vídeos para Instagram lleva lo suyo, aunque es cierto que enfrentarse al algoritmo no es lo mismo que a personas de carne y hueso en un patio de butacas… Butacas que sí llenaron semana tras semana la alcaldesa, la concejala Rosario y –todo hay que decirlo– el portavoz de la oposición, Vicente Bolaños.
Y luego está un caso digno de estudio sociológico: el de La Bañeza, una ciudad que lo es no por su número de habitantes, sino por decisión de la regente María Cristina –que no se nos olvide–, y una ciudad que vive de los pueblos de su comarca, cuyos habitantes son quienes compran (compramos) allí en lugar de escapar a León… Aunque parece que a la corporación municipal se le olvida y decide no sólo no apoyar este certamen, sino contraprogramarlo, algo que sólo puedo explicarme con un “sujétame el cubata” entre partidos.
El próximo año será el 25 aniversario. Un cuarto de siglo. Lo deseable, y lo justo, sería que quienes hoy no estuvieron decidan aparecer por fin, y que quienes han puesto palos en las ruedas, se esperen una semanita, que el dinero del Pacto de Estado contra la Violencia de Género no caduca en noviembre.
Pero si no lo hacen, no tenemos ninguna duda de que el certamen seguirá vivo gracias a quienes nunca fallan: los presentes. Y quizá, algún día –incluso puede que en marzo tras la “encuesta” de las urnas–, los ausentes se pregunten por qué nadie les echó de menos… o de más.
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