El busto del almirante Gonzalo Rodríguez Martín-Granizo vuelve desde ayer a presidir la plaza de La Marina de Alija del Infantado, lugar en el que fue inaugurada la estatua en un ya lejano 2014, como agradecimiento a este leonés nombrado hijo predilecto de la villa.
Esta estatua había sido retirada tan sólo un año más tarde de su instalación, con el cambio de gobierno local, que ordenó eliminarla de la plaza, permaneciendo durante una década envuelta en mantas y almacenada en las instalaciones municipales.
Ahora, el equipo que preside el alcalde José María Sánchez Córdoba, la ha devuelto a su lugar, "porque el busto tiene que estar ahí, y no en otro sitio", subrayó.
La estatua se ha colocado no en el lugar original –en el medio– sino donde estaba una fuente que nunca tuvo agua, y que fue retirada la semana pasada, y que ahora, según anunció Sánchez Córdoba, se va a trasladar a la glorieta donde está el Colegio, "donde se instalará un motor con agua, que es como debe estar una fuente: con agua y sin tirar de la del abastecimiento del pueblo", subrayó.
Este martes, tras lograr recolocar el busto, se fijó a la base y se selló con hormigón, dejando pendiente para el miércoles la colocación de la cadena que lo rodeaba en su día, para completar, de nuevo, diez años después, la Plaza de La Marina.
Para entender la importancia de esta historia hay que retrotraerse al pasado del pueblo español de interior que más marinos ha aportado a la Armada, proporcionalmente a su población. Y no es otro que Alija del Infantado.
Aunque afincado muchos años en Ferrol, de donde era su esposa Eva Garat Núñez, el almirante Martín-Granizo nunca olvidó su pasado leonés, y esto le llevó a tener un cariño especial a todos los marineros procedentes de Alija del Infantado que, a lo largo de su carrera, se encontraba en diferentes destinos. Porque no son pocos. En total, en su día se recopilaron los nombres de 35 hombres que, desde esta villa, eligieron la Armada como destino profesional, y que hoy se encuentran repartidos por Ferrol, Cartagena, Madrid, Algeciras... y Alija, evidentemente.
Agradecido por esta dedicación a la Armada, este almirante –quien fue también Jefe del Estado Mayor de la Defensa, cargo que ostentaba cuando falleció repentinamente– consiguió que la Armada donase al pueblo el ancla principal del Crucero Canarias, un ancla de tonelada y media que se instaló en 1991 en la que, desde entonces, fue bautizada como Plaza de La Marina, en un evento al que asistió el propio Martín-Granizo, así como el almirante Carlos Vila y el vicealmirante Luis Carrero Blanco y Pichot, entre otros. "Tenía que ser el ancla más grande porque para el almirante Alija era el pueblo más grande", recuerda el también marino de Alija del Infantado, y gran amigo de Martín-Granizo, Belarmino García del Río.
Años más tarde, cuando otro de sus subordinados, Victoriano Villar, era teniente alcalde de Alija, se propuso rendirle un homenaje a "Don Gonzalo" con este busto, que vino a inaugurar su viuda, Eva Garat Núñez, y varios de sus hijos, en el año 2014, en un acto cargado de emoción, que ayer recordaba este "marino retirado". Los periódicos de entonces publicaron las palabras de agradecimiento de uno de sus hijos, Juan Rodríguez Garat, sobre el sentimiento de su padre hacia Alija: "Él sentía devoción filial por la villa y en su corazón se sentía uno de vosotros".
Tal es el conocimiento entre las gentes del mar del vínculo de Alija del Infantado con la Marina que el próximo mes de junio, la Asociación de Veteranos de la Escuela de Máquinas de la Armada Española (AVEMAE), situada también en Ferrol, visitarán la villa leonesa con motivo de su duodécimo encuentro anual.
Según explica uno de los miembros de esta entidad, el leonés Ángel López Álvarez, la asociación celebra cada dos años este encuentro en Ferrol, que es lo que les une, y el resto van alternando el lugar, y en esta ocasión él propuso hacerlo en Alija, obteniendo una respuesta entusiasta de todos los veteranos.
Con motivo del encuentro, que será el 28 de junio, harán un pequeño homenaje en la Plaza de La Marina, para después visitar el castillo de los Pimentel, y el artesonado de la Iglesia de San Esteban. Los más de 40 veteranos que asistirán a este jornada de convivencia se desplazarán luego a León, donde serán recibidos también por las autoridades.
Sin duda, el almirante Martín-Granizo estará encantado de recibirles desde su pedestal de piedra, toda vez que ha recuperado el lugar que, en justicia histórica, le corresponde.
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