Desde que los móviles se han convertido en nuestra ventana al mundo, conocer cualquier ciudad, calle o rincón del planeta se ha vuelto tan fácil como deslizar el dedo por la pantalla. Google Maps y su famoso "monigote" nos permiten pasear virtualmente por Manhattan, recorrer los Campos Elíseos o descubrir aquel lugar donde se rodó nuestra película favorita. Todo, sin movernos del sofá.
Pero esa ilusión de omnipresencia tiene sus límites. Aunque los coches de Google –esos tan peculiares con cámaras en el techo– se empeñan en mapear cada rincón civilizado, hay lugares que se les resisten. Y lo más curioso es que no hace falta irse a la otra punta del mundo: aquí al lado, hay pueblos que para Google, sencillamente, no existen. Te los detallamos.
Este pequeño pueblo leonés, con apenas 85 habitantes, es el ejemplo perfecto. El coche de Google se limita a pasar de largo por la LE-114. Nada de calles, plazas o detalles. Incluso la Iglesia de Santa Marina solo puede verse desde la carretera, en la lejanía. Quien quiera conocer sus encantos, tendrá que hacerlo al modo tradicional: visitándolo.
En pleno municipio de Castrocalbón, esta localidad hunde sus raíces en tiempos romanos. Pero ni su historia ni su nombre, que hace referencia a una antigua calzada romana, han convencido a Google. El mapa solo muestra la carretera que une Castrocalbón con San Félix. Nada de iglesia, ni de calles, ni de vida cotidiana.
El patrón se repite un poco más adelante, en San Félix de la Valdería. Los coches de Google, fieles a la carretera, la recorren como si el resto del pueblo no tuviera nada que ofrecer. Aunque, al menos, las imágenes se actualizaron el año pasado. Algo es algo.
Aquí la historia cambia un poco. Google volvió a ignorar el pueblo, pero un vecino, José María, decidió tomar cartas en el asunto. Con su cámara, creó una ruta fotográfica por todo Felechares, que ahora aparece en el mapa mediante líneas de puntos azules. Gracias a él, podemos descubrir rincones únicos, como sus tradicionales pajares. Porque, si es por Google, nos quedamos una vez más en la carretera.
En este pueblo, perteneciente al municipio de Pozuelo del Páramo, el recorrido de Google parece hecho de forma un tanto caprichosa. El coche retrata un par de calles, ignora otras tantas, y ni se acerca a la iglesia del Salvador o al campo de fútbol. Eso sí, el mural con el nombre del pueblo no se lo saltaron. Y hasta 2022, ni eso había.
Este pueblo atravesado por la Nacional VI ha sido parcialmente mapeado, pero de forma curiosa: las zonas al norte de la carretera, como el antiguo molino o las escuelas, no aparecen. En cambio, al sur de la nacional, hasta los caminos de tierra más allá del cementerio son importantes. ¿Qué criterios se siguen? Nadie lo sabe.
Aquí, el coche de Google rodeó el pueblo, sin entrar en sus calles interiores. Solo vemos las de fuera. Lo más llamativo es que, en Altobar de la Encomienda, justo al lado, no dejaron ni una calle sin fotografiar. Misterios de la cartografía digital.
Terminamos con el caso más desconcertante. En Navianos, Google parece haber elegido las calles al azar. Algunas están parcialmente fotografiadas, otras no aparecen, y la iglesia o las escuelas han sido completamente ignoradas. ¿Casualidad? ¿Despiste? Quién sabe.
Estos ejemplos demuestran que, aunque Google Maps nos ha permitido explorar el mundo desde la comodidad de nuestras casas, todavía hay muchos rincones que escapan a su ojo digital. Ya sea por decisión técnica, por simple casualidad o por criterios que solo Google conoce, hay pueblos enteros que siguen siendo un misterio para los exploradores virtuales. Quizás esto sea una invitación a redescubrir la magia de viajar en persona, perderse por calles sin registrar y vivir la experiencia real que ningún mapa puede sustituir.
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