El bar que devolvió la vida a Altobar de la Encomienda

El Día de Reyes, Neli echaba el cierre al bar que había regentado durante décadas. Le había llegado la merecida jubilación. Pero en Altobar de la Encomienda, los vecinos no se resignaban a quedarse sin su bar. Porque, en los pueblos, estos locales son mucho más que meros establecimientos de bebidas. En muchas ocasiones, son prácticamente el único lugar de encuentro que tienen los vecinos de cualquier edad, y cumplen un papel social fundamental.

"Un pueblo sin bar ya es lo último, destinado a morir cada día", nos decía Sandra, una joven vecina de Altobar, desde Canarias. Fue la gente joven, de hecho, como Sandra y su hermana Noelia, quienes más "pelearon" por conseguir que alguien cogiese el bar.

Y al final, la valiente que dio el paso y se decidió a emprender en esta España vaciada, y en los tiempos que corren, fue Cristina Vaquero, otra joven de Mansilla del Páramo, que llevaba muchos años dedicada a la hostelería, pero nunca –hasta ahora– con negocio propio. "Me enteré de que estaba disponible el bar por mi amiga Noelia, que es de Altobar, y vi la oportunidad de llevarlo yo sola", nos cuenta Cristina. Su marido, Marcos, apunta que también los chicos que cogieron el bar El Castillo, de Urdiales del Páramo, les animaron. Y así lo hizo.

Siempre con las dudas lógicas de ver lo que depara el futuro, ya antes de abrir tenía buenas vibraciones. "Por parte de Neli todo han sido facilidades", subraya Cristina.

Apurando hasta el último minuto para que todo estuviera perfecto, por fin este sábado llegó el momento de volver a abrir las puertas y... ¡qué decir! ¡Ya quisieran muchos bares de León capital tener el bullicio que "El Rincón" presentaba en su fiesta de reapertura! El goteo de personas fue imparable. Por momentos, no cabía un alfiler. Y el comentario unánime era el mismo: "Está muy bien, muy bien", decía uno; "Qué bonito lo ha puesto", comentaba otra vecina; "Qué bien que hay jóvenes que apuesten por los pueblos", señalaba otro.

Pocas veces, fuera de momentos puntuales como en fiestas, se ve en Altobar tanto ambiente, con niños correteando entre las mesas, jóvenes brindando con abuelos, y todos degustando los pinchos que se curraron Cristina y su marido Marcos, que ese día, inevitablemente, tuvo que acudir a echarle una mano.

"El sábado estuvimos hasta las 4 de la mañana, sin parar... Ayer, domingo, vino gente que incluso nunca venía al bar. Pero no sólo de Altobar, sino de La Nora, de Saludes... Estamos muy contentos. La respuesta de los vecinos ha sido fenomenal, mejor incluso de lo que pensábamos", nos cuenta, muy emocionada, Cristina.

Tras el calor de la acogida, y para escapar un poco de la rutina del día a día, comenta que tiene pensado realizar eventos y actividades de vez en cuando. La primera será en Carnaval, pero habrá que esperar a ver qué sorpresa nos tiene preparada esta emprendedora.
Desde aquí le deseamos toda la suerte del mundo.