Aunque lejos del bullicio turístico de las grandes ciudades, en los pueblos de la zona la Semana Santa se celebra con una devoción y participación ejemplares. Desde la emotiva procesión del Encuentro en Alija del Infantado, donde las mozas "quitan el luto" a la Virgen, hasta el impactante Vía Crucis viviente de Jiménez de Jamuz, con 49 ediciones a sus espaldas, o la ancestral quema de vides en Arrabalde, mezcla de simbolismo religioso y tradición agrícola, la Pascua ha vuelto a unir fe, historia y comunidad en cada rincón del territorio.
Cada Jueves Santo, cuando se recuerda la muerte de Jesucristo en la Cruz, en Alija del Infantado, el silencio se rompe con el estruendo de las carracas. Es un sonido ancestral, seco y vibrante, que recuerda el momento en que el mundo se cubrió de tinieblas tras la muerte de Cristo. Durante décadas, muchas de esas carracas salieron de las manos de Domingo Villar, el último carpintero del pueblo que mantuvo viva, a golpe de madera y memoria, una de las tradiciones más singulares de la Semana Santa de toda la provincia leonesa.
La Semana Santa regresa a Alija del Infantado con un programa cargado de simbolismo y devoción, donde destacan rituales ancestrales como el estremecedor sonido de las carracas el Jueves Santo, simbolizando las tinieblas en el momento de la muerte de Cristo, o el emotivo reencuentro entre Jesús resucitado y la Virgen María. La programación litúrgica y procesional comienza el Domingo de Ramos y se prolonga hasta el Domingo de Pascua, combinando fe, tradición y sentimiento de comunidad.