Que en Villaferrueña existen abundante hierro es algo que no sorprende a nadie, puesto que el propio nombre del pueblo lo indica. Pero lo que muchos de sus vecinos han aprendido este fin de semana es que... ¡también hay oro!
Y no tuvieron que irse muy lejos para descubrirlo. Bastó con acercarse a las orillas del río Eria y dejarse guiar por el equipo de Los Viriatos de Zamora, invitado por la Asociación Abuyaco, para protagonizar una jornada única para enseñar a grandes y pequeños el arte de batear oro y encontrar pepitas con sus propias manos.
La mañana comenzó con una charla a cargo de Javier Requejo, vigente campeón de España de bateo, que explicó de dónde viene ese oro que brilla en el Eria. El oro que encontramos en este pueblo procede del Teleno, una montaña que fue sagrada tanto para los romanos como para los antiguos habitantes de la zona, los tilenenses. Durante siglos, la lluvia ha ido arrastrando pequeñas partículas de las vetas de cuarzo con oro del Teleno hacia los arroyos, y las corrientes las han ido depositando a lo largo del recorrido del río.
Su compañera Rosana añadió que incluso las joyas del famoso tesoro de Arrabalde se forjaron con este oro tilenense, trabajado al mezclarlo con cobre o plata, ya que en estado puro es demasiado blando. Tal cual se sigue haciendo con la joyería de hoy, la de 18 quilates, pues el oro puro, como el del Eria, es de 24.
Con un lenguaje claro y ameno, Javier enseñó a los vecinos que cuanto más arriba se busca en el río, más cerca se está del origen y más grandes pueden ser las pepitas. El oro, al ser más pesado, queda atrapado en pequeñas grietas y recodos del cauce, sobre todo en la parte interior de las curvas, donde el agua pierde velocidad, explicaba.
Luego, la teoría dio paso a la práctica. Niños, padres, madres y algún abuelo, todos armados con bateas y probetas, se acercaron a una zona de rápidos cercana al pueblo. La expectación era máxima, tanto que ni siquiera el alcalde quiso perdérselo y se lanzó al río con el resto de vecinos, batea en mano. Ahora, Villaferrueña puede presumir de tener un alcalde que “se moja” literalmente.
Una vez en la zona elegida, y que previamente habían estudiado Javier y su equipo –Rosana, Marcos (campeón junior de bateo), y los veteranos Trini y Carmelo–, los participantes, siguiendo las indicaciones, comenzaron a “lavar” la grava del río con movimientos circulares –“como un volante”–, eliminando poco a poco las piedras y arenas hasta quedarse “con lo bueno”.
No faltaron momentos para reflexionar sobre la importancia de observar, no solo ver o mirar, como propuso un ejercicio práctico con distintos minerales: se ve una piedra, se mira su forma y color (por ejemplo), pero se observa cómo reacciona al calor, a la presión, etc.
Javier Requejo se marcó como objetivo en esta actividad “que cada participante se lleve al menos una chispilla de oro”. Y lo cumplió. Todos regresaron a casa con una sonrisa y una pequeña pepita de recuerdo en sus probetas.
“Ha sido muy bonito porque ha participado gente de todas las edades”, comentaba la madre de unas niñas, mientras removían el agua buscando ese brillo. Y llevaba toda la razón, pues hasta los adolescentes se olvidaron del móvil por unas horas para convertirse en auténticos buscadores de oro en su pueblo.
Y es que el “bateo” une a las generaciones, igual que los veranos en Villaferrueña, cuando el pueblo late tanto o más vivo que el Eria, en un pueblo con alma de hierro… y ahora también con corazón de oro.
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